La autorrealización no es un estado perfecto, irreal, supremo, acabado y sobrehumano, cuyo logro supone trascender los problemas de cada día que nos afectan a todos los mortales, sino un proceso dinámico que hace posible el desarrollo de la personalidad de manera gradual y constante hasta adquirir un mínimo de madurez que nos permite cierta habilidad y autoafirmación a la hora de enfrentarnos a los problemas reales, soportar y superar frustraciones, asumir las propias deficiencias y vivir en un equilibrio y paz relativa con nosotros mismos.
Quien únicamente está motivado por necesidades básicas de seguridad sólo disfruta en circunstancias muy especiales de triunfos, aciertos, suerte, éxitos y experiencias únicas.
Pero la persona autorrealizada, motivada por necesidades del desarrollo, tiene la curiosa habilidad de transformar las actividades-medio en experiencias finales, como afirma de nuevo Maslow, es decir, "el caminar se convierte en un disfrute no menos intenso que la consecución de la meta deseada".
Es mucho más autosuficiente y su conducta se rige más por determinantes internos que por ambientales y sociales, importa más la opinión que tenga sobre sí mismo que la que puedan tener los demás.
Sus deseos, el motivo o porqué de su existencia son el verdadero motor de sus actos, de ahí su independencia y libertad psicológica frente a las presiones del ambiente.
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